Translate

domingo, 14 de julio de 2013

DULCE PONZOÑA


      Oye, lentas, gotas de fría agua resbalando compungidamente por mis pétreas mejillas. Escucha el temblor del río caudaloso emanando, noche oscura, ante la luna yerma. Y es que mis ojos ya no son lo que eran, ni mi alma es ya mi casa, ni mis párpados mi escudo. Porque, ya, ni mi corazón golpea mi pecho, ni mi sangre corre ardiendo. Gélida se torna mi piel, mustia y seca mi cara. Respirar, anhelar una vida que me fue extirpada en un segundo; torpe y dificultosamente, al tiempo que escrutinio con las palmas de mis manos, secas, el aliento que me fue arrebatado.