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domingo, 29 de junio de 2014

EL ESPERPENTO EN LA SOCIEDAD ACTUAL



      Las emociones que, quizás, nos vengan a la cabeza al observar esta imagen, serán: tristeza, desconsuelo, respaldo e, incluso, miedo.
      Tristeza, pues el ser humano de por sí es incapaz de evitar el sufrimiento con fotografías como ésta. A toda persona le apena que otra esté en esas condiciones, y de ahí surge el segundo sentimiento: el respaldo. O, como se diría a día de hoy, la solidaridad. No obstante, ambas deben tener una justificación precisa para que el hombre las padezca. La solución al enigma es nuestra tercera condición: el miedo.       
      Desde sus orígenes, el individuo ha padecido la duda existencial por la vida y la muerte. Nos horroriza el simple hecho de pensar que, mañana mismo, podamos aparecer muertos y, consecuentemente, el dejar de ver, de oír, de hablar y de respirar. Es tan grande ese temor que, ilustraciones como ésta, nos provocan pánico por la simpleza de imaginar que podríamos ser nosotros mismos los que estuviésemos en tal situación.
     ¿Y si ahora os dijese que, en la estampa, sólo una mujer padece cáncer, y que el resto, simplemente, se ha rapado el pelo para «solidarizarse» con ella? La sensación de turbación continuaría vigente, pese a ser fruto del inconsciente. No obstante, el desasosiego sería percibido en niveles inferiores. Es más, mostraríamos nuestro pleno apoyo a la causa, dejando por entendido que, actuaciones como ésta, son merecedoras de respeto y repercusión. No nos percatamos, pues, de que en esas menciones de renombre, buscamos únicamente el respaldo a la duda existencial y, por ello, el mero beneficio psicológico individual.
      El ser humano es egoísta, y lo es porque padece miedo. Horror a fallecer, a no volver a abrir los ojos un día cualquiera, una mañana como otras, una noche como tantas. Esta imagen lo expresa de una forma muy sencilla.
        En ella, todos los sujetos esbozan una sonrisa. Un gesto que, a simple vista, es capaz de antojársenos como un ademán de superación, de felicidad y tranquilidad hacia la enfermedad tratada. Hasta, lograría adivinar, como una postura de apoyo al paciente. Si bien, no es más que un intento de apaciguar sus atormentadas mentes, dentro de las que existe la posibilidad de padecer, en algún momento, dicha afección. Es, además, una falta de respeto adornada con la palabra «solidaridad».  
   También, desde su nacimiento, el hombre ha ido estableciendo unos cánones de conducta sociales. Entre ellos, definió el bien y el mal, el dolor y la alegría, el sufrimiento y la superación de uno mismo. Estableció los vocablos «enfermo» y «persona sana», pavor y valentía. El individuo es infeliz por naturaleza y, debido a ello, necesita que otro se sienta más infeliz que él para pensar que él mismo no lo es.
      La «solidaridad» de esta fotografía se define como uno de los mayores actos de crueldad al doliente, pues da a entender que éste debe sentirse mal por su afección. El hecho de que un grupo de mujeres sanas se haya cortado el cabello con la intención de mostrar a una amiga con cáncer que no se encuentra sola en su lucha, supone la emisión de un juicio indiscutible: la fémina damnificada debe, inequívoca y obligatoriamente, lamentarse por su condición de salud. Si, aquellas que la conocen, no hubiesen alcanzado esta conclusión, ¿de qué les serviría deshacerse de su pelo? Ya que, si el mundo hubiese enunciado, en su inicio, que el padecer una dolencia no debe ser signo de pesadez ni aflicción; el grupo de señoras, al completo, aún poseería sus mechones.
      Este tipo de ilustraciones son el resultado de una humanidad enferma. Una colectividad que no es capaz de ponerse en los pies del afectado; sino que, única y exclusivamente, se «solidariza» con él teniendo el grosero propósito de acallar su terror por la probabilidad de que, en un futuro, sea ella la afligida.
      No hay, en mi opinión, personas enfermas. Es la ciudadanía la que, exclusivamente, es enfermiza, al promover que, el hecho de tener cáncer o cualquier otra afección, debe ser motivo de amargura.
      Por este motivo, la única palabra que viene a mi mente al contemplar la fotografía, es esperpento.
             

2 comentarios:

  1. Menuda crack eres Carmen, eso que escribes es precioso:)

    Marta (equipo rojo)

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  2. Gracias Marta, me alegra que te haya gustado :')

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